Nuestro país cuenta con muchas materias primas para transformar la cultura empresarial de nuestro país en una cultura con mayor potencial de crecimiento económico y un comercio lucrativo.
El país tiene una economía en la cual los dueños de negocios luchamos día a día para subsistir. Además, los negocios en nuestro país generan bajos niveles de ingresos y tienen un bajo potencial de crecimiento. Sin embargo, aunque las cifras son impresionantes, la mayoría de los nuevos establecimientos son motivados por la falta de oportunidades de empleo, son pequeños negocios que no poseen un alto valor agregado, que contribuyen de manera mínima al producto interno bruto y que no reúnen las características adecuadas para obtener capital, inversiones, bonos a largo plazo o capital de riesgo.
Es muy común, el estado de la actividad económica en nuestro país es atribuido a su cultura empresarial. Sin embargo, como en cualquier otro país, la naturaleza de la actividad económica en nuestro país y la cultura empresarial son un resultado endógeno de las instituciones e infraestructura en la cual la cultura empresarial se ha desarrollado.
Porque es endógena, existe el potencial de transformar a la cultura empresarial de nuestro país en una cultura emprendedora con mayor potencial de crecimiento económico.
La eventual transformación de la clase empresarial mexicana es probablemente inevitable. Ya existen instituciones e infraestructura básicas o se están creando poco a poco, lo cual permitirá que se dé dicha transformación.
Sin embargo, sin la intervención activa para trasformar la cultura empresarial, los cambios serán mucho más lentos. Además, sin una intervención activa y cuidadosamente dirigida, nuestro país está en el riesgo de crear instituciones e infraestructura que impidan dicha transformación. En particular, nuestro país y otras economías emergentes, habiendo observado el aparente éxito de la infraestructura e instituciones en emprendimientos de alto valor agregado e inversiones de capital de riesgo de Estados Unidos, podrían simplemente imitar las instituciones que parecen estar asociadas con el éxito.
A la vez, se debe de reconocer que dichas instituciones y el ambiente de negocios no fueron creados de la noche a la mañana, y además, las economías emergentes no han tenido las mismas oportunidades que han existido en Estados Unidos.
La Legitimidad Fundada en Emprendimientos e Inversiones Racionales fomentar la actividad emprendedora, no es un objetivo útil para las políticas públicas. Sin embargo, es posible, aunque sea de manera temporal, fomentar la actividad emprendedora creando impresiones falsas sobre las posibles recompensas y éxitos del esfuerzo emprendedor. Esto sucede ya que incentiva a las personas a experimentar con nuevas alternativas de negocios. Mientras el experimento sea un éxito y el componente emprendedor de la economía crezca como resultado de dichos esfuerzos, es posible que la salud de la economía sea afectada.
El emprendimiento racional significa que los emprendedores deciden perseguir oportunidades sin predisponerse a los posibles riesgos y ganancias.
Esto significa que no experimentan basándose en opiniones externas las cuáles puedan sobre valorar a la oportunidad. Los individuos que deciden emprender y perseguir determinados proyectos no deben ser demasiado optimistas ya que las falsas impresiones pueden resultar en frustración.
Además, si los individuos no poseen las herramientas o el compromiso necesarios y son inducidos a realizar algún proyecto debido a las posibles elevadas ganancias, entonces tienen una alta posibilidad de fracasar.
Para evitar estos errores, es indispensable que los emprendedores se relacionen con emprendedores exitosos para que aprendan de sus experiencias. A la vez, los emprendedores deben de entender que las oportunidades que poseen un elevado nivel de ganancias, son oportunidades con un alto potencial de riesgo, dónde el éxito depende de la habilidad, el trabajo arduo y de la suerte.
Los proveedores experimentados de capital de riesgo entienden y facilitan el optimismo en las proyecciones del emprendedor.
En vez de fomentar un clima de excesivo optimismo o exuberancia irracional, nosotros enfatizamos cuatro principios fundamentales como herramientas para obtener políticas exitosas que fomenten una cultura emprendedora de alto valor agregado, apoyada con un apropiado nivel de inversión de capital de riesgo:
Una legítima y efectiva política debe basarse en la creación de infraestructura que reduzca el riesgo y/o incremente las ganancias de los esfuerzos emprendedores y la inversión de activo fijo de riesgo.
Además, debe permitir a los emprendedores e inversionistas identificar oportunidades que logren obtener ventaja competitiva y que enfrenten de manera correcta el riesgo y las ganancias de las oportunidades emprendedoras.
A la vez, una política legítima y efectiva debe estar basada en la creación de infraestructura que reduzca los costos de experimentación con las oportunidades emprendedoras, y debe encontrar y remover barreras artificiales para poder perseguir o invertir en oportunidades e ideas emprendedoras.
Reduciendo el riesgo e incrementado las ganancias esperadas: La mayoría de los proyectos emprendedores con gran potencial de éxito tienen un componente de riesgo muy alto. Sin embargo, los emprendedores racionales e inversionistas no necesariamente no aceptan el riesgo.
Si, por ejemplo, una oportunidad para servir a un mercado específico puede ser perseguida en dos localidades que únicamente difieren en el nivel de riesgo, la oportunidad va a ser comúnmente perseguida en aquella localidad con menor grado de riesgo.
Los individuos en la localidad con mayor grado de riesgo van a ser menos propensos a perseguir dicha oportunidad ya que el riesgo disminuye las ganancias esperadas y el valor presente de las ganancias esperadas del emprendedor.
Además, los proveedores de capital de riesgo son menos propensos a invertir en localidades con un alto grado de riesgo por las mismas razones mencionadas anteriormente. A la vez, los emprendedores racionales y los inversionistas de capital de riesgo reconocen que, para una oportunidad particular, las localidades están en competencia unas con otras, y por lo tanto, la localidad con menor grado de riesgo tiene una ventaja competitiva en alcanzar dicha oportunidad.
Es por esto que se diseñan políticas para reducir riesgo e incrementar la ventaja competitiva de las oportunidades emprendedoras. El mismo razonamiento se aplica cuando el riesgo y las ganancias esperadas no están basados en la geografía, sino en factores como seguridad en el acceso a los recursos, riesgo a la reacción de la competencia, etc.
Incrementando la exactitud de las posibles ganancias y riesgos:
Todo lo demás constante, se espera que una oportunidad sea perseguida por un emprendedor que pueda prorratear sus riesgos y posibles ganancias de manera adecuada y exacta. Además, este emprendedor será más propenso a atraer capital de riesgo. Los emprendedores racionales reconocen que, usualmente, están compitiendo con otros emprendedores en la obtención de una oportunidad. Para tomar la decisión de seguir adelante, el emprendedor necesita hacerse dos preguntas:
¿Por qué esta oportunidad no ha sido perseguida? ¿Por qué soy yo la persona indicada para perseguir esta oportunidad? Estas mismas preguntas son críticas para saber si los proveedores de capital de riesgo deben invertir o no. Usualmente, la inhabilidad de contestar a estas preguntas de manera eficiente desanima a los emprendedores y hace que se les sea más difícil tener acceso al capital de riesgo.
A la vez, la ventaja competitiva de las oportunidades emprendedoras puede ser alentada por políticas que construyan una infraestructura que permita a los emprendedores y a los inversionistas a afrontar el riesgo y obtener ganancias de una manera apropiada.
Reduciendo el costo de experimentación: Un aspecto clave para lograr el fomento del crecimiento racional de la cultura emprendedora está en disminuir los costos de experimentación en todas las dimensiones. El experimentar es muy costoso para los emprendedores si, por ejemplo, el obtener un empleo después de intentar un emprendimiento fallido es muy tardado o difícil, o si el tiempo para saber si el negocio tiene potencial de éxito es muy largo. Además, la experimentación es muy costosa para los inversionistas si el efectivo invertido asociado con el experimento es elevado.
Por lo tanto, la ventaja competitiva de la oportunidad emprendedora aumenta cuando se implementan políticas que crean una infraestructura que reduzca los costos de experimentación.
Modificando barreras artificiales: Muchas veces el perseguir oportunidades emprendedoras es obstaculizado si los emprendedores o los posibles proveedores de capital de riesgo son limitados a invertir por medios artificiales. Aunque las oportunidades tengan un elevado valor agregado, si los emprendedores encuentran difícil experimentar o si los proveedores de capital de riesgo no tienen la libertad de invertir, las oportunidades no podrán ser llevadas a cabo.
Las barreras artificiales no afectan tanto a aquellas personas que pueden proveer su propio capital, sin embargo, las barreras artificiales tienden a disminuir el valor económico de la oportunidad en cualquier circunstancia.
Se denomina emprendedor o emprendedora a aquella persona que identifica una oportunidad y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha. Es habitual emplear este término para designar a una «persona que crea una empresa» o que encuentra una oportunidad de negocio, o a alguien quien empieza un proyecto por su propia iniciativa.
Las investigaciones de percepciones describen al emprendedor con términos como innovador, flexible, dinámico, capaz de asumir riesgos, creativo y orientado al crecimiento. La prensa popular, por otra parte, a menudo define el término como la capacidad de iniciar y operar empresas nuevas. De todas formas ninguna definición del acto de emprender es lo suficientemente precisa o descriptiva para señalar a la persona o grupo que en general (en sentido empresarial, social, investigativo o cualquier otro) que desea ser innovador, flexible y creativo.
En "La educación de los emprendedores", Arieu (2003), se menciona que muy probablemente el fuerte énfasis que recibe la difusión y el desarrollo del espíritu emprendedor tenga sus raíces en una multiplicidad de factores entre los cuales es posible mencionar:
• El reconocimiento de un destacado rol de las pequeñas empresas en la creación de riqueza y trabajo.
• El notable aporte de las nuevas tecnologías a la generación de nuevos productos y empresas, con el lógico impacto en la parte de la actividad económica.
• Una vida laboral caracterizada por ciclos de trabajo asalariado, autoempleo y desocupación.
• La orientación de las teorías económicas hacia factores humanos (capital humano) que afectan los procesos de crecimiento y desarrollo económico por ejemplo a partir de procesos de aprendizaje.
Una necesidad que se evidencia para cultivar espíritus emprendedores es modificar profundamente los patrones de enseñanza y los de organización, esto además saber manejar la incertidumbre inicial.
Una de las principales preguntas para ir desarrollando un modo de pensar y actuar emprendedor y responsables es:
• ¿Cómo puedo hacer que la innovación, la flexibilidad y la creatividad sean operacionales?
Para comprender a personas o grupos con características emprendedoras se tiene que descubrir algunas respuestas, primero se debe analizar el comportamiento derivado del espíritu emprendedor. Se debería descartar la noción de que el "espíritu emprendedor" es un rasgo que algunas personas u organizaciones poseen de una manera completa y del cual otras están totalmente desprovistas. Es más realista considerar el espíritu emprendedor en el contexto de un rango de comportamiento.